El estilo del autor es sencillo y directo. En él aborda el problema sin rodeos. Y además es valiente en el aporte de soluciones que el mismo, como profesor de secundaria que es, ha experimentado... y su idea es acercar la literatura de viva voz y con gratuidad. Sin ejercicios de comprensión lectora, sin redacciones, resúmenes o test que hagan sentir a los estudiantes que lo que importa es la respuesta correcta en lugar del placer de leer.
Y además este es el libro donde aparecen los 10 derechos del lector, que tantas vueltas dan por internet gracias a la habilidad y el humor de Quentin Blake.
Diez derechos que cuando somos adultos damos por supuesto,
pero que en la infancia y en la adolescencia no dejamos que sean disfrutados
por nuestros hijos.
El problema es que habitualmente nos
comportamos de una forma diferente.
Somos amantes del libro y actuamos como sacerdotes e inquisidores de su
religión, repitiendo la letanía: “hay que leer, hay que leer”.
Y, en realidad, todo es mucho más sencillo, todo se resume en
la primera frase de "Como una novela": “El verbo leer no soporta el imperativo”.
¡Ánimo, seguro que os ayuda a entender muchas cosas, a mí personalmente como madre y como docente, lo ha hecho!
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