El cuadro, perteneciente a
Leonardo da Vinci, data del período de tiempo entre 1503 y 1506. Es un óleo
sobre tabla de álamo de 77 x 53 cm, cuya técnica empleada fue el “sfumato” un
procedimiento muy típico de Leonardo da Vinci en el que se superponen varias
capas de pintura muy finas y delicadas, consiguiéndose un efecto vaporoso que
imprecisa los contornos dando sensación de borrosidad.
La Gioconda es el cuadro más famoso que
existe. De ahí que aunque nunca haya sido tasado, si lo fuese, probablemente
alcanzaría la cifra más alta de la historia del arte. Por ello, no es extraño
que fuese robado del Louvre por Vicenzo
Perrugia (pintor italiano) en 1911 aunque apareció dos años más tarde en
Italia.
El cuadro no sólo ha sido robado,
sino que también ha sido rociado con ácido y golpeado con una piedra arrojada
por un hombre en el propio Louvre.
Es con diferencia la pintura más
visitada del museo (6 millones de visitantes en el año 2001).
En 2005 fue instalada tras una vitrina antibalas en una sala
especial donde está protegida del calor, la humedad y el vandalismo. El
traslado y acondicionamiento tuvo un coste de 6 millones de dólares que
corrieron a cargo de la misma cadena televisiva japonesa que patrocinó la
restauración de la Capilla Sixtina.
La obra es propiedad del Estado Francés desde el siglo XVI y
se puede ver en el Museo del Louvre, de París. Pero a pesar de la cantidad de
información técnica e histórica que se tiene acerca de la Mona Lisa, lo cierto
es que nunca se han llegado a saber una serie de cosas quién es esta misteriosa
mujer y, sobre todo, por qué sonríe.
Parece ser que la protagonista
del cuadro es Lisa Gherardini, una
dama florentina casada con Francesco del Giocondo, banquero napolitano. No
obstante existen otras posibilidades sobre quién es la protagonista del cuadro.
Hay quien dice que es la española Constanza
de Ávalos, y arriesgándose aún más hay quien afirma que el retratado es Francesco del Giocondo o incluso el
propio Leonardo.
Una peculiaridad de la dama que
aparece en el cuadro es que no tiene cejas ni pestañas. Aunque hoy en día nos
extrañe, era una costumbre común entre las damas florentinas de la época,
depilarse todo el vello de la cara.
Es la última gran obra de
Leonardo, y de hecho estuvo retocándola hasta sus últimos días, llevándole
cuatro años completar el proyecto. A posteriori se sabe que perteneció al amigo
y mecenas de Leonardo da Vinci, el rey Francisco I de Francia y más tarde a
Napoleón sin pertenecer en ningún momento a la familia Giocondo.
Giorgio Vasari, que escribió
sobre la vida de los artistas de la época nos cuenta: "Los ojos de Monna
Lisa tienen una brillantez lustrosa y los matices de la figura están realizados
en colores pálidos, rosados y grises... Las pestañas y las cejas están
perfectamente diseñadas, lo cual implica una gran técnica y mucha dificultad...
La nariz es bellísima..."
Vasari también dice en sus
escritos que mientras Leonardo pintaba a su modelo siempre había alguien
cantando, tocando música o contandole una historia y que de esa manera consiguió
la expresión placentera en su rostro.
La combinación de la "perspectiva
aérea" y de la técnica del "sfumatto" (=difuminado) consiguen
una estupenda sensación tridimensional y de profundidad. Los críticos de arte
coínciden en afirmar que lo mejor del cuadro son las manos y por supuesto la
enigmática sonrisa sobre la que Margaret Livingstone, experta en percepción
visual dijo: "una ilusión que aparece y desaparece debido a la peculiar
manera en que el ojo humano procesa las imágenes". La experta opina que
debido al funcionamiento del ojo humano si se mira directamente a la boca la
sonrisa desaparece, mientras que si se mira a los ojos u otra parte del cuadro
la sonrisa vuelve a aparecer en el rostro de la Gioconda.
Sobre la boca de la Mona Lisa,
J.E. Borkowski comenta que el rictus bucal es como el de las personas que han
perdido sus incisivos o que padecen bruxismo, un hábito que lleva a rechinar
los dientes por estrés o durante el sueño.
No deja de llamar la atención la
opinión de un profesor de Yale, según él la sonrisa es debido a que la dama
está embarazada. Llega a esta conclusión tras analizar la forma de la cara, los
dedos hinchados y el gesto de las manos sobre el vientre (muy típico de las
embarazadas).
Según la publicación británica
New Scientist y en base a los estudios de la Universidad de Amsterdan la
sonrisa de la Mona Lisa esta compuesta de las siguientes emociones:
83% se debe a la felicidad
9% es sentimiento de disgusto
6% de miedo
2% de enojo
El estudio está basado en el
análisis de la expresión por un programa informático (diseñado por la
Universidad de Illinois) que evalúa emociones interpretando los gestos de la
cara.
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